Las recientes declaraciones del ministro de Comercio, Industria y Turismo, Luis Carlos Reyes, justificando los nuevos aranceles a la importación de acero, representan un golpe directo a los consumidores colombianos. Aunque el ministro asegura que el impacto en el costo de la vivienda será mínimo, la realidad es que estos aranceles benefician a unos pocos productores locales a costa de los bolsillos de millones de colombianos que dependen del acero para la construcción de sus viviendas y proyectos.
¿A quién protegen realmente estos aranceles?
El argumento central de Reyes se basa en la premisa de “proteger” a la industria nacional, pero la verdadera pregunta es: ¿proteger a quién? Estos aranceles no están diseñados para beneficiar a los consumidores ni a la sociedad en general, sino para salvaguardar a un pequeño grupo de productores locales que no pueden competir en términos de calidad ni precio con las importaciones de acero más asequible.
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Cuando el gobierno del presidente Gustavo Petro impone aranceles como el de 35% sobre las importaciones de acero, está esencialmente castigando a los consumidores. El aumento en los costos de las materias primas, aunque sea pequeño en términos porcentuales, se traduce en un aumento en los precios de productos finales como la vivienda. Es decir, los consumidores pagarán más por sus casas y otras construcciones, mientras que la industria local se beneficia al eliminar la competencia extranjera.
La competencia mejora la calidad, los aranceles la destruyen
La competencia en un mercado libre es el motor de la innovación y la mejora de la calidad. Cuando un gobierno impone barreras arancelarias, lo que está haciendo es proteger a los productores menos eficientes y permitirles seguir operando sin la presión de tener que mejorar sus procesos o bajar sus precios. Los productores locales que utilizan tecnología obsoleta y producen a mayores costos no tienen incentivos para modernizarse ni para ofrecer un mejor producto a los consumidores porque el gobierno los blinda de la competencia extranjera.
Los aranceles, como los que se imponen ahora bajo la administración de Gustavo Petro, distorsionan el mercado y crean un ambiente en el que los precios son artificialmente altos y la calidad es baja. Los constructores, y por ende los consumidores, no tienen acceso al acero más barato y de mejor calidad que podría llegar de otros países. En lugar de eso, están obligados a pagar más por productos que no siempre cumplen con los mejores estándares. El resultado es que todos pierden, excepto los productores protegidos.
El impacto en la vivienda y la economía
A pesar de que Reyes afirma que el aumento será de “máximo medio punto porcentual”, lo que podría parecer insignificante en el costo de una vivienda, la realidad es que cualquier incremento en los precios de los materiales de construcción afecta directamente a los compradores finales. En un país como Colombia, donde el acceso a la vivienda ya es complicado para muchas familias, cualquier aumento en los costos puede hacer que los proyectos sean inviables o más costosos de lo necesario.
El sector de la construcción es uno de los motores más importantes de la economía, generando empleos y contribuyendo al crecimiento. Al encarecer los insumos básicos como el acero, el gobierno de Petro está debilitando este sector clave, lo que a largo plazo afectará tanto a la industria como a los consumidores. Los proyectos de construcción se volverán más caros, menos accesibles y, en última instancia, los compradores serán quienes paguen la cuenta.
Los aranceles: una trampa para el consumidor
Las medidas arancelarias como esta son una trampa que obliga a los consumidores a subsidiar, de manera indirecta, a los productores locales ineficientes. En lugar de dejar que el mercado determine los precios y la calidad de los productos, el gobierno interviene, lo que resulta en precios más altos y una menor calidad para todos.
En un mercado libre, los consumidores tendrían acceso a productos de acero de mayor calidad y a precios más bajos, lo que beneficiaría directamente a quienes buscan comprar o construir una vivienda. Pero con este tipo de políticas, el gobierno de Petro decide quiénes son los ganadores y quiénes los perdedores. Y, en este caso, los perdedores son los colombianos que tendrán que pagar más por su vivienda.
Conclusión: el libre mercado debe prevalecer
El gobierno de Gustavo Petro ha decidido proteger a una industria ineficiente a costa de los consumidores. Los aranceles impuestos al acero no solo encarecen los precios, sino que también destruyen la competencia que es esencial para mejorar la calidad y reducir costos. En lugar de intervenir en el mercado, el gobierno debería permitir que la competencia fluya libremente, de manera que los consumidores puedan acceder a productos de mejor calidad y a precios más bajos.
El libre mercado es la única forma en que se puede garantizar que los consumidores sean los verdaderos beneficiarios de la competencia. Cualquier intento de imponer barreras arancelarias no solo perjudica a los consumidores, sino que también protege a las industrias menos competitivas, perpetuando la ineficiencia y el estancamiento.
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